Si hace un par de semanas hablábamos de la fiebre del espárrago, hoy le llega el turno a otra pasión estacional alemana: las fresas. Porque aquí, la fruta y la verdura no llegan solas: llegan con toda una campaña detrás. Con puestos específicos, menús adaptados y hasta ambientadores con olor temático.
A mediados o finales de mayo (según el año y la región), empiezan a brotar por todas partes esas casetas con forma de fresa gigante que anuncian el inicio de la temporada. Las encuentras en mercados, rotondas, entradas de supermercados… como si fueran señales oficiales de que ya está permitido ilusionarse con el verano.
Y no es casual: las fresas son la fruta favorita de los alemanes. No solo por sabor, sino también por el ritual que las rodea. Se compran en cajas grandes, se comen a mordiscos, con nata, en tartas o sobre helado. Y se cuelan en todo: yogures, cereales, caramelos, productos de limpieza… Las fresas saben a muchas cosas, y aquí lo aprovechan al máximo.
Lo curioso es que, en mi caso, la temporada de fresas siempre había empezado en febrero. En España, en pleno invierno, ya empiezan a aparecer en los mercados. Pero desde que vivo en Alemania, he vuelto a reencontrarme con algo que no recordaba: el sabor intenso y dulce de una fresa de verdad. Esas fresas rojas, firmes, perfumadas. Nada que ver con las insípidas de plástico que a veces se cuelan en enero. Me ha encantado reencontrarme con ese sabor tan puro. Ese que, cuando muerdes, sabe exactamente a lo que tenía que saber.
Y luego está una de mis cosas favoritas: ir a recogerlas tú mismo. En muchos campos, sobre todo a las afueras de pueblos y ciudades, puedes acercarte con tu cesta y recolectar directamente del campo (Erdbeeren selbst pflücken). Pagas por el peso, te dejas llevar por la emoción de encontrar las más grandes y más rojas, y de paso te comes unas cuantas —aunque, aviso, suele haber carteles que recuerdan que lo que uno se come también cuenta. Para familias con niños, es un plan de fin de semana precioso. Y para cualquiera que disfrute de lo sencillo, también.
Así que, si alguna vez pensáis en pasar un mayo o un junio en Alemania, no dejéis de buscar uno de estos puestos o campos. Probad las fresas alemanas en temporada. De esas que saben, de verdad, a fresa. 🍓
Qué ganas de volver a visitaros en esas fechas!!
En nuestra escapada del fin de semana, nos hospedamos en un agriturismo en las afueras de Múnich. Efectivamente, ¡estaba lleno de carteles que vendías frutillas!
¡Gran plan para hacer con niños! Lo tendré en cuenta para la próxima 😉